El odio como estrategia de lucha en los OrMu.


                                  ¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal!

¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, por supuesto que eso no lo dijo Daniel Ortega, aquí se trata de explicar un poco de la estrategia del régimen.

¿Cuántas veces nos llamó la atención los innumerables epítetos de Rosario Murillo a los protestantes? Eso es parte de una estrategia de lucha dirigida a controlar las muy manipulables mentes y voluntades de los fanáticos seguidores que tienen, para lograr despertar un sentimiento contrario a las palabras que su esposo y presidente designado por el Consejo Supremo Electoral, funcionando como una dupla perversa jugando al bueno y al malo.

Resulta que todo es una estrategia presentada por Ernesto Guevara, El Che, quien es conocido por participar en luchas guerrilleras en Cuba y Sudamérica, donde se destacó por su inmensa sed de asesinar lo que lo llevó a que se le dieran el nombre de El Carnicero de la cabaña, quien planteó "El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal"

Esto motivó y ha motivado a muchos de sus fanáticos, pagados o no pagados, a realizar los más de quinientos asesinatos de hermanos nicaragüenses, quienes han gozado de impunidad por parte de las autoridades porque todo es parte de un plan maquiavélico.

El odio es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo.

El odio se puede basar en el miedo a su objetivo, ya sea justificado o no, o más allá de las consecuencias negativas de relacionarse con él. El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o el afecto. El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente autodestrucción, aunque la mayoría de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos.

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