Estas son mis siete razones por las que consiero que la “orientación” de una reforma constitucional para instaurar cadena perpetua a “crímenes de odio” es una muy mala idea para los ciudadanos y un avance represivo para la dictadura:
Estas son mis siete razones por las que consiero que la “orientación” de una reforma constitucional para instaurar cadena perpetua a “crímenes de odio” es una muy mala idea para los ciudadanos y un avance represivo para la dictadura:
1. La Constitución Política es la que establece que en Nicaragua “No se impondrá pena o penas que, aisladamente o en conjunto, duren más de treinta años”. Instaurar cadena perpetua significa abrir la Constitución Política a otra reforma, y ya sabemos que sucede cuando un gobierno abre la Constitución: siempre aprovecha para hacer “otros cambiecitos convenientes”.
2. De nada sirven que alguien sea castigado por 100 años si hay gobiernos, como este precisamente, que los libera masivamente para que su libertad sea algo que tengan que agradecerle a él, y por lo tanto tenerlos a su servicio.
3. Usan nombres altisonantes para cubrir sus malas intenciones. ¿Se acuerdan de la ley antiterrorismo que pone penas severas? Muchos incluso las defendieron pensando que se trataba de castigar a los Bin Laden o a los que en Nicaragua pusieran bombas como en el estadio de Francia, o el metro de Madrid o en las torres gemelas de Nueva York. Pero resultó que el “terrorismo” que tenía en mente Daniel Ortega era toda acción que se le opusiera: desde una manifestación hasta portar una bandera que le incomoda. Ningún otro país encarcelo a tantos ciudadanos bajo el mote te “terroristas” como lo hizo Nicaragua en estos últimos dos años.
4.Si la ley de cadena perpetua es a propósito del salvaje crimen a las niñas de Mulukukú, es un arrebato populista de la peor índole, pues se le ocurrió al dictador mientras miraba noticias en su sillón, sin consulta y estudio alguno.
5. Si de verdad estuviesen interesados en combatir estos crímenes terribles contra niñas y mujeres, comenzarían castigando a la delegación policial de Mulukukú que no atendió la denuncia por violación a estas niñas que ya la madre había hecho con anterioridad a su asesinato.
6. Daniel Ortega “orienta” a la Corte Suprema de Justicia. En el lenguaje sandinista, orientar es “ordenar”. La Corte Suprema de Justicia, si esto no fuese una dictadura, debería ser un poder independiente, que no recibe órdenes de nadie., menos de otro poder del Estado. Si alguna gota de dignidad les quedara a los magistrados judiciales, lo menos que deberían hacer es regresarle a Ortega su orden y cantarle la cartilla constitucional. Si obedecen, como siempre, solo reafirmarían su calidad de empleados del ejecutivo: el ministerio judicial, deberían llamarse.
7. Finalmente, la verdadera intención de una ley semejante es dotar a la dictadura de mayor poder represivo, que es lo que supone lo mantendrá en el poder durante más tiempo.
Fabian Medina
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